viernes, 22 de febrero de 2013

La nueva "yo". CARPE DIEM.

Carpe Diem. Sí. Nunca es lo que pudo haber sido. Nunca las cosas salen como uno quiere. Nunca es como lo imaginamos.
Mi cuerpo ya no soporta el dolor y se encoge, como si estuviera evitando que todas mis extremidades se desprendan de él. Un nudo me aprieta el estómago y otro me destroza la garganta. Me ahogo. Las lágrimas me ahogan. El suelo del baño está frío, el eco es perfecto para el resonar de mis llantos. Me estoy rompiendo en pedazos. Me caigo. Me derrumbo. Me rompo. El dolor perfora mi pecho como un gran agujero negro. Dolor. No, yo no quería hacerte daño. Yo no quería. No. No puedo. ¿QUÉ HAGO? ¿Qué puedo hacer? Ayúdame... Pero tú no estás. Esperar. Esperar a que este dolor cese. ESPERAR. Esperar a que se termine este calvario. Esperar a que lo que llevaba llamando hasta ahora corazón deje de sangrar, deje de dar vuelcos cuando te vea. Esperar... pero ni el tiempo ni la distancia nos afecta. No entiendo. No te entiendo. No me entiendo. No nos entiendo. ¿Y este cambio? ¿Por qué tan de repente? ¿Por qué TÚ, por qué YO? No... quiero levantarme de este suelo tan helado. Quiero que mis mejillas ya no estén mojadas. Quiero demasiadas cosas, pero no las tengo. Nunca las tendré. Carpe Diem. NO. Yo ya no sufriré más. Ya no. Ha llegado la hora de la lujuria, del placer, de que el cuerpo mande. ¿El corazón? En casa, escondido en un baúl. Ya no podrá tocarlo nadie. Esta noche es esta noche. Esta noche no cuenta. Esta noche la nueva "yo" saca sus garras, su lado oscuro. Esta noche... tengo miedo. Quería que el primero fueras tú. Quería que fuera especial... me duele, pero no podré esperar eternamente. No quiero hacerlo. No soy capaz de hacerlo...
Te necesito, pero tú no estás aquí. Estoy sola. Tengo miedo. El mundo se me come, el mundo se me traga. Lo prometiste, prometiste no permitirlo y no estás cumpliendo tu promesa...

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