domingo, 2 de septiembre de 2012

¿Cómo debo actuar? No lo sé...

Paras en seco y miras a tu alrededor. Te dejas las cuerdas vocales en un grito de socorro, pides al mundo que pare ese ritmo tan enloquecido que lleva, porque esta velocidad no está en tu manual de instrucciones que tienes sobre la vida.
Todo gira, todo te da vueltas y mil preguntas fugaces hacen mella en tu mente.
Lo que ayer parecía urgente, hoy se ha vuelto insignificante.
Aquellas personas a las que tanto necesitabas en el pasado se han vuelto un recuerdo efímero y frágil ante el paso de los días grises y faltos de su compañía. Y te preguntas ¿Qué hago aquí? ¿Por qué estoy sólo? ¿Qué he hecho yo para merecerme todo esto? ¿Hay alguien ahí?
Te preguntas si ese corazón, que antes latía a son del tuyo, está habitado por sentimientos; si aquella actitud fría esconde algún pesar; si la mirada muy víva y aparentemente feliz, agoniza de dolor.
Te preguntas, ¿Qué sigue? ¿Merece la pena el sacrificio?
Y cada mañana te despiertas cara a cara con la soledad, la cruel realidad, el mundo inundado de falsedad, envidia, celos y rencor. Hipocresía...
¿Cómo debo actuar? No lo sé.
Y cada día miras hacía tu futuro, borroso e incierto. Ignoras el presente. Sobrevives y te preguntan:
¿Cómo estás? y tú contestas: Bien, sigo respirando.
Y te resignas a arrastrarte hora tras hora, cumpliendo con tu rutina, ocultado tus sentimientos y fingiendo una sonrisa.
¿Dolor? Nah! Todo es psicológico...

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