Ahora,
que no puedo contener más las lágrimas debo deciros que os echo muchísimo de
menos. Sé que apenas ha pasado una semana, casi dos, que ha pasado más tiempo
sin vernos, pero el hecho de saber que estáis a 3.000 malditos kilómetros me
consume por dentro. Cuando me fui de España fue como si me desgarrara por la
mitad, es una sensación horriblemente indescriptible con la que me he
acostumbrado a vivir a cada segundo, minuto, hora, día, semana y pronto se
convertirá en mes.
Os
preguntaréis ¿a qué viene esto? La respuesta es: fotos. Fotos de los buenos
momentos vividos, fotos en las que salimos sonrientes, haciendo el tonto,
pasándonoslo bien, como nosotros sabemos y me resquebrajo por dentro al pensar
que esos momentos no se volverán a repetir. Quizás suene egoísta, vale, se
volverán a repetir, pero yo no estaré ahí para hacer partícipe de ellos. Duele.
No sabéis como duele. Y me siento sola, hundida y os echo de menos. Y os he
dejado a todos atrás, he dejado la parte más bonita de mi vida atrás para aventurarme
a lo nuevo y no puedo chicos, no puedo hacer como si nada porque es imposible
seguir adelante sin teneros en cuenta, es imposible despertarme por la mañana y
no pensar en vuestro estado de ánimo, si estáis bien, si tenéis un mal día, si
en vuestro interior hay tormenta o el mar está en calma… me hacéis falta…
Duele,
duele pasar la tarde en casa, mirando al vacío y acordarme de las millones de
tardes con vosotros. Ahora mismo todo duele, todo hace daño, todas las heridas
están abiertas, pero el tiempo lo cura todo y a mi nadie conseguirá tumbarme,
pienso resistir hasta el final, hasta que mis huesos se quiebren y ya no me
aguante en pie. Pienso estar aquí, aunque esté muy lejos. ¿Me leéis bien? Estoy
AQUÍ. Estoy aquí y os quiero mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario