Hola
querida amiga, de antemano, te echo de menos. Han pasado aproximadamente dos
semanas desde que no te veo. Un nudo se ciñe entre mi garganta y mi estómago
¿qué debe ser? Me siento perdida, sí… me
siento sola y hace frío, pero a pesar de ello sé que no lo estoy. Noto tu
presencia, tu preocupación y tu cariño atravesando las distancias. Escucho tus
consejos dentro de mi mente y sonrío, porque te siento conmigo.
Las
lágrimas mojan mis mejillas iluminadas por la luz azulada que emana la pantalla
de mi portátil mientras escribo, como te prometí, mis pensamientos y ahora más
que nunca sé y siento que eres mi mitad, el pedazo que siempre me ha faltado y
que ahora, por suerte, he encontrado.
Trato
de infundirme valor y fortaleza pensando que ni la distancia ni el tiempo
podrán con esto tan indescriptible. No pueden poder. No puedo perderte. A ti
no.
Pero
seguir diciéndote lo esencial que eres en mi vida sería como contarle a un niño
pequeño el mismo cuento noche tras noche para hacerle dormir. Tú ya lo sabes.
Pero a
pesar de todo no puedo evitar sentirme débil. Todo se escapa de mi control,
ahora mismo nada me obedece y ya sabes como me afecta no ser capaz de controlar
las situaciones. Ahora más que nunca creo fervientemente en la Ley de Murphy.
Maldita Ley de Murphy. Pero no sé como lo hago y siempre acabo riéndome de mis
propios problemas. ¿Será eso lo que me hace parecer fuerte? ¿En verdad soy una
leona? O huevona… ¡Quien sabe! Esta vida da muchas vueltas.
Las
próximas dos semanas serán decisivas para mi futuro. Tengo miedo, mucho miedo,
pero “es lo que toca”.
Ah, una
última cosa, no sé si te lo había dicho antes, te echo de menos.
Espero
con ansias “una de skype” para escuchar tu risa al menos, para que me lo
cuentes absolutamente todo, como siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario