El
viento remueve ligeramente la ropa tendida, el sol calienta todo aquello que
está a su alcance caldeándolo a más de 45ºC. Hace calor. El balancín está solo
y la televisión ronronea en el cuarto de
estar sin que nadie le haga caso. Aris, cuan largo, está echado sobre la
alfombra persa. Hace calor.
Un
calor que no ayuda a mis pensamientos.
Pesadillas.
Tengo pesadillas. ¿Espantosas? No lo sé.
Quizás
la palabra correcta no sea pesadilla, sino sueño no deseado.
Esa
vieja, chirriante e incómoda cama de matrimonio sólo está llena de soledad, de
pensamientos que me ahogan y me arrastran hacía el abismo del que tantas veces
he intentado salvar a los que me rodean. ¿Lo he logrado? No lo sé.
Me
abrazo a la soledad y ella me abraza a mi. Es mutuo, como mi hermana, mi amiga,
mi compañera de viaje que no me abandona ningún instante.
Trastorna.
Trastornada. Difícil. ¿Hola? No sé. No sé nada. No soy capaz de ligar dos
conceptos. No puedo. Todos son “no”. Grandes, pequeños, medianos, escritos en
negrita, en cursiva y en subrayado, en negro y gris sobre blanco. No hay
colores, no hay nada.
Desearía
subir a un sitio muy alto y gritar hasta quedarme sin voz, sin aliento, sin
cuerdas vocales y después llorar, llorar y llorar, hasta la saciedad. Mi
conflicto interno es gigantesco. Se chocan, se cruzan y se enredan ideas
opuestas. Sola. Oscuro. Negro.
Las
manos que pueden socorrerme están lejos. Demasiado lejos. Las veo tendidas,
dispuestas a levantarme pero no logro alcanzarlas, la oscuridad me engulle y me
desmonta. La Alina que todos conocían ha muerto y ya está enterrada. No volverá
a existir y me gustaba. Estaba cómoda con esta Alina, con sus actos, con sus
pensamientos, con sus compañías. Estaba en armonía con el universo, con los que
me rodeaban, conmigo misma. Todo estaba bien. Todo era casi perfecto. Todo
cumplía con su función. Cada órgano, cada parte de un entero… ¿Por qué la vida
es tan cruel? ¿Por qué yo? Muy pocas respuestas para tantas preguntas. Ni
siquiera hace falta lamentarse ni compadecerse de uno mismo. Es de débiles. Yo
no puedo serlo. Ni ahora ni nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario