Todas, absolutamente todas
las chicas en algún momento de nuestras vidas soñamos con nuestro príncipe
azul. No sabemos que ésos son los peores porque destiñen. Tampoco nadie nos
dice que ése príncipe al que tanto añoramos no llegará montado sobre un
majestuoso caballo blanco cuando más le necesitemos y tampoco seremos felices y
comeremos perdices a su lado. No somos princesas. Pero sí que existen los demás
príncipes, de muchos, muchísimos colores, incluso tricolores, y sí, tal vez no
lleguen montados en bonitos caballos en los momentos oportunos, pero sé de
príncipes que llegan con su skate bajo el brazo, que prometen cuidar de ti
aunque vayan ebrios, que escuchan todas tus paranoias en cualquier momento y
están a tu lado, aunque muchas veces creas que no. Ésos son los verdaderos
príncipes, los de carne y hueso, que no dejan que ningún obstáculo les tumbe,
que hacen mil tonterías y mil bromas porque están realmente bien y no para
ocultar su sufrimiento.
Gracias
por haber sido mi príncipe. No podría haberlo sido nadie más que tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario