lunes, 13 de agosto de 2012

8 de Mayo. 2012

En mucha ocasiones nos proponemos a nosotros mismos futuros objetivos que en el fondo de nuestra conciencia sabemos de antemano que antes de hora acabaremos echando por la borda.

Espero que algún día leas estas líneas. O no lo espero, porque sé que quizás te harán daño, pero eso sólo si estás igual que yo.

No sé cual fue el momento exacto en el que empecé a sentir algo por ti, pero ese tipo de cosas nunca se sabe con certeza.
La sensación fue aumentando su intensidad con el tiempo, cuando me di cuenta de lo frágil, sensible y herido que estabas. Con sólo ver tu mirada perdida, apagada, indiferente, me di cuenta de que necesitaba ayudarte, contarte las tonterías más grandes con tal de hacerte sonreír, las vivencias más personales, e incluso impersonales para que te dieras cuenta de que yo también me sentía como tú en muchos aspectos.
Me di cuenta de que te necesitaba estando bien, viéndote feliz: hasta inquieto, moviéndote de un lado a otro, cual niño hiperactivo debido a una dosis extra de azúcar. 
En ésos momentos no pensaba en nada, sólo quería estar ahí, para ti. Para que te dieras cuenta de que no estabas solo.


Nunca voy a dejarte sólo si tu no quieres.

Es extraño. Estás cayéndote a pedazos, descomponiéndote, perdiendo piezas por el camino y de repente llega alguien que con su única presencia, con su filosofía, su sonrisa y el color de sus ojos te recomponen, recoge las piezas caídas y los pedazos rotos y termina reconstruyéndote a su manera.
Cuando más perdida estaba, cuando todo estaba a oscuras llegaste para abrirme los ojos.
Me centré en ti. Lo intenté con todas mis fuerzas y finalmente lo logré, pero para mi pesar, llegué tarde.

Noto. Lo noto. Noto como tú también sientes algo. Noto tus ganas ocultas de protegerme, tu miedo ante el "adiós" que nos separará. Noto tu dolor, ése dolor por el que has pasado estos últimos meses y pienso que no es justo tener que perderte, no es justo tener que acostumbrarme a estar sin ti y te necesito. Necesito tus palabras, tu mirada buscándome en el semáforo a las 08:35 cada mañana. Necesito verte para estar bien.
¿Qué voy a hacer sin ti? ¿Sin hablar contigo? ¿Qué voy a hacer con tu libro entre mis brazos y cerca de mi corazón? ¿Qué voy a hacer con este nudo que no deja de aplastar mi estómago? ¿Qué puedo hacer?
Nada. Vacío. Desesperación. Nada. Un hola y un adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario