Otro día más que pasa y mi soledad sigue aquí, conmigo. A veces se marcha, y entonces me siento desconcertada porque los brazos que me rodean me asustan y cuando al fin me acostumbro al calor humano, mi soledad se revela, siente celos, unos celos enfermizos y vuelve; disolviendo y eliminando todo rastro de calor y de cariño.
Al principio sufro, pero luego me doy cuenta de que mi soledad siempre será fiel, ella siempre volverá a mi cuando los demás me abandonen y me aferro a ella, la abrazo y contradictóriamente soy feliz, porque mi soledad está conmigo. Mi soledad no se olvida de mi. Nací abrazada a ella, vivo a su lado y moriré tomándola de la mano.
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